Todos los días muere alguien en España por un accidente de trabajo. Un total de 608 personas nunca volvieron a casa en el año 2015. Dejaron a sus familias, amigos y compañeros por un accidente que se podría haber evitado. Una triste realidad que, lejos de disminuir, cada año aumenta. Los fallecimientos por causa laboral han subido un 4,8% respecto a 2014. Y además, se produjeron 518.988 accidentes con baja. ¿Qué está pasando? ¿No se supone que esto es un país del primer mundo? ¿Por qué seguimos muriendo en el trabajo?
Pérdidas irreparables
Más allá de los números y las estadísticas generales, hay casos que impresionan. Una empresa fue sancionada en abril del año pasado con 80.000 euros por la muerte de un joven de 18 años por exposición a insecticidas. El trabajador, siendo aún menor de edad, realizó tareas de fumigación sin mascarilla, como el mismo manifestó, y careciendo de botas y prendas impermeables de protección. Un año después falleció por una disfunción multiorgánica por exposición a insecticidas, según el informe del médico forense. Murió trabajando antes de tener la oportunidad de vivir. Como si estuviéramos en plena revolución industrial.
Pero este tipo de cosas no sólo acaban con una sanción económica. También pueden terminar en la cárcel. La semana pasada saltó la noticia de seis acusados por la muerte de un trabajador aplastado por una asfaltadora. El ministerio público sostiene que el atropello se debió al incumplimiento de la legislación de seguridad laboral. El trabajador fue arrollado, según el ministerio público, por las imprudencias y negligencias cometidas por los procesados, desde el operario que conducía la máquina a los administradores de las empresas de la obra. Se enfrentan a tres años de cárcel para cada uno de ellos, excepto para el obrero que manejaba la asfaltadora, cuya responsabilidad considera menor y para quien solicita un año y dos meses de prisión por el mismo delito.
Causas fácilmente evitables
Aunque son muchas las razones que provocan un accidente de trabajo, todas ellas tienen en común el descuido, la falta de capacitación, o el cansancio del trabajador. Pero, si tenemos claras las causas, ¿por qué siguen aumentando las muertes laborales? La respuesta es más sencilla de lo que parece. La crisis económica. Son muchas las empresas que hacen el mismo trabajo con menos mano de obra y eso al final se paga. Más velocidad, más tensión y menos cuidado. Algunas empresas han reducido su inversión en seguridad en aras de reducir costes. Ese no es el camino. Y es que las muertes aumentan cada año. Estamos volviendo a los accidentes clásicos. Electrocuciones, caídas en zanjas…, fallos que pueden prevenirse con cierta facilidad. Los accidentes se deben a que se invierte menos en prevención de riesgos, porque hay más precariedad laboral y las empresas miran menos este tema. Las empresas hacen inversión cero alentadas por normas como la reforma laboral o la ley de mutuas. Y los empleados, en muchos casos, llegan a aceptar determinados incumplimientos por miedo al despido, por inseguridad laboral.
Hoy ha muerto alguien más. Otra familia destrozada, otra pérdida absurda. Y mañana más. Por ello, es más importante que nunca invertir en prevención. Exigirlo, como empresario y como trabajador. Las empresas de Prevención en Riesgos Laborales son fundamentales para salvar vidas. Y es que, al fin y al cabo, la vida es nuestro mayor tesoro.